martes, 18 de septiembre de 2012

La terrible levedad del hombre frívolo


Paseaba por la ciudad, absorto en sus pensamientos. Las manos en los bolsillos, el alma en el sombrero, el corazón en la cabeza. En eso que una sonrisa reflejada en un escaparate, vista con el rabillo del ojo derecho, le llamó la atención. Perpendicular a su trayectoria avanzaba su primo Álex, el suertudo, el triunfador.

"¡Hola campeón!" profirió la boca sonriente con una contundencia tal que nuestro hombre pensativo tuvo que ladear la cabeza para no ser golpeado por la frase.

Siguió paseando por las calles de la ciudad, bulliciosas y animadas como cada día a esa hora. Ahora el alma la llevaba entre los pies. Esa impresión le había producido el encuentro fugaz con su primo Álex, un hombre frívolo.

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