lunes, 5 de noviembre de 2012


Silence
A silence that seeps in beyond shapes
Of open boughs
Of a nap pent in shining corridors
Barren landscapes of polished silence,
Loitering an atmosphere whithered by unpolite answers
In perpetual paths, spattered countenance, second falls, chestnut taste.
A silence that remains forlorn within cages of pupils wet of ethereal pace
Of sounds silenced by paths unwalked
Forced silence

Dedicated to my English speaking friends

jueves, 1 de noviembre de 2012



Todo hacía predecir otro tórrido día de final de julio, de no ser por esas breves y difusas nubes vespertinas.
Calculé que estallaría a las cinco de la tarde. A las cinco en punto de la tarde.
Mientras, nuestros quehaceres discurrían pesados bajo un cielo velado y un calor húmedo que apretaba el coco en cada bocanada. Mi coco maltrecho, mi fuente deproblemas, mi caudal de dudas.
Poco a poco, el aire que acariciaba con suavidad pasmosa las pobladas ramas de los árboles pasó a balancearlas como arrastradas por una marea oceánica de plenilunio invisible. Pasaron a arrebolarse con pasión mientras el cielo se tupía de un gris ahogado, denso, casi nocturno.
Jerry olisquea ajeno al rumor bronco que se acercaba.
Las primeras gotas de vanguardia abren el telón de agua que corría en dirección norte. El turbio cielo se debate entre el fuego del ocaso y el violeta huracanado de la tormenta. Los rayos se acercan y el lejano rugido, como de león cansado, se convierte en alarido cruel de fiera apocalíptica.
Jerry gime y se enreda entre las piernas. Se altera y pese a lo magnífico del meteoro, salimos corriendo de allí.
La corriente de agua borra toda huella de paisaje. Sólo brillan las estelas inminetes del atroz bombardeo.
Disfruto del miedo y del sobrecogimiento. 
Puertas y ventanas golpean quicios y marcos. Cortinas elevan sus vuelos como banderas blancas, suplicando el fin de la guerra.
La tregua es concedida.
Poco a poco la batalla se atenúa detrás de las montañas y las baterías de metralla suenan a ecos del pasado tras las montañas. Los árboles rinden sus hojas al peso de la lluvia ya extinta y las cigarras anuncian con su canto agudo y chillón tiempos de paz.
Estoy ahí. Espero. Jerry está.